Anoche tuve un sueño.
Vi tinieblas y ceniza cerniéndose sobre un bello campo de lanzas y flores. En medio había una niña triste y sola, que lloraba cubierta por un manto hecho de escamas. Desconsolada, llamaba una y otra vez por sus nombre a personas que no conocía, pero a la vez añoraba.
Un caballero de reluciente armadura pasaba por el campo montado en un alazán.
Conmovido por al escena, le ofreció la mano y llevarla con ella.
La muchacha dejó de llorar y le asió la mano, tiró de ella. El caballero no lograba zafarse. Forcejeó con la mano de la niña hasta quedar exhausto. Y entonces cayó al suelo y el caballo se alejó. La niña le soltó la mano y le dijo que se fuera, mas el noble caballero no se marchó. Ella le imploró que se alejara, que no quería que de hambre muriera.
- He perdido mi caballo - respondió -, ya no tengo adónde ir. Tal vez muera, pero hasta entonces no tendrás que llamar a nadie para que te acompañe en el llanto, pues me quedaré contigo.
Desperté entonces en sudores. Apenada, una lágrima resbaló por la cara al pensar en aquella triste historia... y supe entonces que aquella niña era yo, y que aquello eran mi recuerdos.
Diario personal de lady Eraide Sen Ukain
Circa -17 de la Era Común
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