22 de agosto de 2012

XIII - Buscando el cielo


Meikoss y Adriem cargaban el equipaje en el carro, disponiéndolo todo para la partida. Mientras, Eliel, Rulia, Danae y Elric conversaban. La mañana se iba abriendo paso y la helada de la noche comenzaba a levantar con los primeros rayos de sol.
- Es una verdadera pena que tengáis que partir con tanta prisa. Podríais haberos quedado unos días más -dijo Danae.
- Podríamos haber disfrutado de las fiestas, son dentro de dos días. -Elric lamentaba la partida de aquellas dos bellas mujeres.
- Lo siento de verdad, pero tengo que llegar cuanto antes. -Eliel dijo esto haciendo una ligera reverencia a modo de disculpa, una costumbre muy kresaica.
- Yo ya he tenido suficiente fiesta con lo de esta no- che - comentó Rulia-. Siento haberte juzgado mal ante- ayer, Elric.
- Soy como un diamante en bruto -dijo él con una sonrisa pícara.
Tras el comentario de Elric, un codazo de Danae le impactó en las costillas.
- Y la mar de modesto.
- Bruta... - Estaba medio doblado por aquel golpe tan doloroso.
-Toma esto, Eliel. - La boticaria le ofreció un peque- ño tarrito con una sustancia violácea-. Es enemista dilui- da. Si ves que Adriem vuelve a estar mal, esto lo calmará.
- Muchísimas gracias, Danae. -Eliel se quedó observando el frasquito-. Pero ¿la enemista no era peligrosa? - En pequeñas dosis no, así que ten cuidado - le dijo guiñándole un ojo-. Sólo un par de gotas como mucho. Tú cuídalo.
-¡Nos vamos! ¡Esto ya está! -dijo Adriem asegurando la lona del carro.
- Os deseo lo mejor a las dos -dijo Danae-. ¿Tú no dices nada Elric? - A ú n medio doblado y sin aliento esbozó una sonrisa y se despidió con la mano. Porque era una mujer, que si no, se habría vengado.
El carro ya se había perdido de vista tras las casas. Danae y Elric se habían dado la vuelta para volver a sus quehaceres diarios. Caminaban por la calle, que ya empezaba a tener actividad, cuando Danae se detuvo.
Elric se quedó mirándola .
-¿Pasa algo, Danae?
- Un sephirae... Aunque es diferente, es algo de mi pasado que no quería recordar. Las casualidades no existen, Elric. Algo se está empezando a mover y no me gusta. Cuando curé a aquel sephirae tuve una sensación muy extraña. -Se mordió el dedo índice-. No se parece en nada a los que conocí. No sabría describirlo, pero el hecho de que tenga ese poder de forma natural desafía la lógica.
- ¿Y no les has dicho nada?
- No, para qué. No merece la pena preocupados más. 
El vendedor se encogió de hombros.
- Sea como fuere, da igual. Ya se han ido y dudo que volvamos a verlos.
- No estaría tan segura.
- Ah , una cosa más, Danae. Que conste que te dejo que me pegues porque yo nunca pegaría a una mujer. Danae empezó a reírse a carcajadas.
-Sí, claro, Elric, lo que tú digas.