La noche se cerraba sobre la ciudad cuando Milenne entró en la habitación. A esa hora ya tendría que estar de vuelta en el trabajo, pero otros asuntos apremiaban más.Cerró la puerta de la destartalada estancia y echó el cerrojo para que no la molestasen. Con paso acelerado se dirigió a su escritorio y tiró de él hacia delante. Tanteó hasta toparse con una pequeña palometa que, al aflojarla, hizo saltar un resorte dentro del mueble. Abrió el cajón y levantó la tapa del doble fondo para así extraer una caja, y sacó de ella varios documentos con diversas anotaciones. Había visto antes al hombre al que despidió el delven, solo tenía que recordar dónde e informar lo antes posible al SSI. Uriel se había dejado atrapar, no le cabía duda al respecto. Eso significaba que algo tramaba y tenía que ser muy importante si estaba dispuesto a correr el riesgo de que lo ejecutasen.
Se detuvo cuando la puerta se abrió súbitamente. Estaba segura de que había echado el cerrojo, pero al hombre que vestía una túnica austera, similar a la de un monje, parecía no importarle.
—Has visto al delven, ¿verdad? —le cuestionó sin más preámbulo.
—Sí... Estaba en el puerto, tal y como dijiste. —Cerró la caja de los documentos y se apoyó en la mesa, cubriéndolos de miradas indiscretas.
—Antes de informar al servicio secreto, creo que deberías contarme lo que has visto. Mi... socia está muy interesada en los movimientos de Uriel. —Cerró la puerta tras de sí y una desagradable sensación de amenaza se cernió sobre ella—. ¿Qué has averiguado?
Se detuvo cuando la puerta se abrió súbitamente. Estaba segura de que había echado el cerrojo, pero al hombre que vestía una túnica austera, similar a la de un monje, parecía no importarle.
—Has visto al delven, ¿verdad? —le cuestionó sin más preámbulo.
—Sí... Estaba en el puerto, tal y como dijiste. —Cerró la caja de los documentos y se apoyó en la mesa, cubriéndolos de miradas indiscretas.
—Antes de informar al servicio secreto, creo que deberías contarme lo que has visto. Mi... socia está muy interesada en los movimientos de Uriel. —Cerró la puerta tras de sí y una desagradable sensación de amenaza se cernió sobre ella—. ¿Qué has averiguado?